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13.5.14

de caifanes y delirios.

el jueves 26 de septiembre de 2013, cerca de las 14:30 un alumno se levantó del piso donde estaba sentado tomando mi clase, spinoza, corrió hacia mí de frente, saltó, llevó hacia arriba su brazo-mano armada de una bic punto fino y al caer me asestó una puñalada en el cráneo con dicho instrumento. el chico padecía un delirio. me pregunté durante el día si llegó a él inducido por una sustancia psicotrópica o por una condición mental de esas profundas.
mi primera intuición fue psicosis. porque lo tuve cerca. forcejeamos después del primer y único golpe. suficientemente cerca para oler su aliento. no había ni alcohol ni pegamento ni ningún otro olor químico. un aliento neutro.
su rostro me era familiar. tiene un rasgo distintivo. alrededor del ojo izquierdo tiene una cicatriz muy ténue que lo enmarca en forma de estrella. muy a la alex delarge. una cicatriz tal vez ocasionada por una quemadura de líquido.
le pregunté '¿qué te hice?' al cabo respondió 'hubiera querido hacerselo a todos'.
cuando la violencia estuvo contenida, se sentó, extrajo de su mochila un libro (tal vez visión de los vencidos, al menos el lomo del libro era idéntico, en esa edición de los dosmiles tardíos: el lomo casi en su totalidad era blanco, banda azul en la base con el logo de la colección bibioteca del estudiante universitario de la unam), y empezó a leer pasajes en voz alta, que no recuerdo con ninguna precisión, pero nombraban deidades del altiplano. justo como aquella vez que los activistas cerraron el cch azcapo. en el 2012 tal vez. en una de las puertas, al ser confrontado por las autoridades, un chico de no más de diez y siete años extrajo un libro de marx y lo empezó a leer en voz alta. en aras de explicar la acción. conozco bien el texto. el pasaje que eligió el compañero activista era un párrafo aleatorio. no tenía nada que ver con la situación inmediata, pero lo leyó con la profunda convicción de que contenía verdad y él la iba a revelar.
llegando al m.p. cambié de parecer, en ese momento lo más sensato fue suponer que no era un padecimiento mental. que sólo había llegado a esa conclusión por una tendencia propia a ver psiques rotas y reconfiguradas para lidiar con este mundo enfermo. pensé, estoy viendo a mi hermana en el chico. pensé estoy pegando mi subjetividad en el mundo, y no viendo el mundo como es. mero kant. no. no todo el mundo es así, no caen dos rayos en el mismo árbol. la conclusión, el chico consumió algún narcótico. la evidencia que respaldaba esta segunda tesis es un recuerdo que se había ocultado cuando extraje la primera intuición: al ser confrontado por mis otros alumnos, contestó algo cercano a 'uy, he consumido lsd, peyote...' (ennumeró una serie de sustancias psicotrópicas que no retuve y a las cuales no presté atención). escuché el genérico. después de las dos primeras lo demás es un largo etc.
el capitán de policia que me llevó en su patrulla al lugar en que me realizaron la evaluación médica para determinar la gravedad de las heridas sugirió que el chico era anarquista. ' tiene ideas anárquicas y fumadas en su cabeza'. un espectro recorre méxico, el espectro del anarquismo. todos usan el término, los de derecha para acusar a los de izquierda, entre las izquierdas para acusar a los 'orejas', 'infiltrados', 'porros disfrazados de radicales'. ya es hora de que los anarqustas le digan al mundo quiénes son, para que dejen de usarlos como el chivo espiatorio favorito. está ahí, en el ideario colectivo del mexicano que consume medios masivos de información: el enemigo, ese gran otro al sistema-civilización es anarquista, chavo, radical, violento, mugroso, feo, que oculta su identidad. el capitán vió todo eso en mi alumno. un chico que ataca a un profesor (figura de autoridad, pensó... tanto como si le aventara una piedra a la ventana de un banco o a una franquicia de tienda de hamburguesas); un chico que oculta su nombre (tanto como si se tapara el rostro, pensó); un chico jodido, sucio (nomás hay que verlo, me dijo). simpatizo con los anarquistas desde que cuando era niño, le pregunté a mi padre sobre el anarquismo y me dijo 'me caen bien, están en contra de todos los ojetes'.
mientras el policía me decía cómo mi alumno había despotricado en mi contra por ser figura de autoridad yo sonreía e iba pensando 'mientes, tú sí que consumes drogas vía ocular y auditiva, consumes medios de desinformación. alguien que ponga una bomba en esos lugares. dónde están los anarcos rusos del xix, esos eran rifados.'
regresé del médico al m.p. donde la abogada me informó que debido a la naturaleza de las heridas (con recuperación pronosticada para menos de quince días) el m.p. no podía proceder, pues no tenía competencia, que si era mi deseo podía perseguir y presentar cargos en un juzgado cívico. le dije que no estaba interesado, firmé un deslinde de responsabilidades. en ese momento una persona de la oficina logró localizar a algún familiar por teléfono, quien informó que el chico estaba en tratamiento psiquiátrico.
fui a hablar con mi alumno. le dije algo como 'no me interesa joderte, ni que te jodan. no tengo nada contra ti, nada. no voy a presentar cargos.' el me preguntó '¿puedo regresar a la universidad?'. le dije 'allá sí voy a decir qué pasó y cómo pasó, porque necesito que entiendas algo. tu tienes una bronca, deliras violentamente. no puedo permitir que vuelva a suceder. ¿entiendes lo que te estoy diciendo?' 'sí.' '¿seguro?' 'sí.' me salí de ahí pensando lo jodido de la situación.
yo no quise medicamentos para mi hermana, pero deseé que este chico los tomara. el deseo de la autonomía para los que uno ama, para los demás... pastas. no es lo mismo vivir con un suicida que con un homicida. pensé en lo jodido del san bernardino. pensé en lo jodido del mundo que enferma a la banda.
en el camino de regreso a mi casa, iba sólo en un automóvil manejando. eran cerca de las veintiuna y en el radio, la locutora puso un rolón de mecano. una jugada arriesgada, el público tiende a preferir hasta mala música mientras se autodenomine rock a música que se asuma como algo distinto. para el dossier de esa estación, poner mecano en jueves es raro. clásicos, es decir, música de diez años para atrás, se pone, generalmente, el último viernes de cada mes. escuchando mecano, y reflexionando sobre la música en español, pensé en cómo me gusta el llamado 'rock en tu idioma'. caifanes, la maldita, santa sabina... como el boom en la literatura. pensé cómo he confirmado que confesar hoy a los escuchas 'avalados por el canon de lo cool' que a uno le gusta esa música es cometer un suicidio en el estátus del juicio estético. en esas iba cuando llegué, me estacioné, apagué el motor. me bajé y me sorprendí mientras tarareaba una canción que no había reconocido. recordé que mi alumno, el chico que me quiso asesinar, traía puesto un saco largo negro, ya pardeando, una camiseta de caifanes negra con un logo chico del coyote en blanco, a la altura del pecho, y las letras en rojo arribita nomás.
después de pasar el día intentando entender porqué, me di cuenta de que iba tarareando una canción de caifanes. llegué a la casa a buscar un cd. lo puse y me fui rola por rola buscando la que estaba tarareando.  "será por eso" se llama. el coro dice: "por eso me pongo un saco, tomo la navaja y salgo a clavar".

1 comentarios:

Anónimo dijo...

La semana pasada me di cuenta que casi fue en el aniversario de la muerte de Benjamin.

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